lunes, 6 de abril de 2009

Hoy me desnudo

Una vez escuche decir que no hay mejor verdad que desnudarse uno mismo. Desnudar lo que somos lo que pensamos, lo que sentimos. Pero no es tan fácil hacerlo sino no hay un motivo en el medio. En la vida creemos que la verdad es ser sincero, pero ¿cómo sinceros cuando la verdad no es verdadera?
A veces creemos que el mundo que creamos es nuestra verdad, la verdad que vivimos y que no la cuestionamos, por ser verdad. Pero, ¿esa es la verdad? ¿O para los demás es solo una mentira que queremos imponer?
El mundo está lleno de verdades y solo es verdad para aquellos que la quieran creer. Verdad hay muchas, con muchos opiniones, con diversas formas y de maneras distintas. 



Hoy les cuento mi verdad, hoy me desnudo frente a todos:


Siempre creí que mi vida no tendría cambios bruscos. Estudiar, trabajar, conocer nuevas personas, un amor corto, bueno mientras duró pero nada más. Creí siempre en ser yo, sin importar lo que digan ni lo que piensen. Fui buena con quien se lo merecía y justa para los que me defraudaron, aunque nunca rencorosa. Viví la vida de una manera divertida, enfrentando a los problemas pero sin darle mayor interés del que necesitaban. Y ante todo tenía una vida rutinaria sin sobresaltos ni nada inesperado hasta que lo conocí.


Ese día comenzó mi verdad. Digamos que yo no estaba en el mejor momento de mi vida (ni tampoco el peor) pero las cosas no pasaban como yo lo deseaba. Después me di cuenta de que si. Lo conocí con todo, con sus problemas, con sus virtudes. Lo conocí y empecé a sentir que el mundo que estaba viviendo no me alcanzaba. Lo conocí y lo creí imposible. Fue así que cerré los ojos ante él y me negué a cambiar mi mundo.

El no estaba solo, el tenía su vida, sus tesoros, su amor y yo también tenia el mío pero no como lo deseaba. Empecé a borrar las cosas que me atraían de él, eso creía. Pero el destino se imponía ante mí y me obligaba verlo, recordarlo cuando no lo tenía y soñarlo cuando otro se encontraba a mi lado.

No pasó mucho tiempo cuando él rompió sus cadenas, aquellas que lo ataban y lo encadenaban. Pero yo por temor fui mi propia condena. Yo me até a una relación sin sentimientos, a una vida de mentiras por temor a lastimar a los demás mientras que la que más se lastimaba era yo.


Aun creo que el peor temor del hombre es el miedo. El nos limita a actuar, nos limita a sentir. Pero se, hoy se, que el también tiene su propio temor, su enemigo, que lo ahuyenta y lo aleja.